Simplemente por eso

Esto salió así... no es nada mas que una declaración íntima, pero siempre me gusta compartirlas

Yo te admiro, no se si te lo dije, creo que si, pero te admiro.
Y no te admiro porque seas quien sos, sino porque sos hombre, sencillamente eso.
Porque siempre, indefectiblemente me enseñas algo nuevo.
Porque vos me enseñaste que no hay lindo ni feo, pero que hay bueno y malo y que el uno sin el otro no pueden existir.
Porque amas con todo tu torrente y tenés una claridad de la que yo no soy capaz.
Porque te permitis tenerme bronca y decir lo que hay que decir sin eufemismos ni retorica sobrante.
Porque sabés con absoluta perfección quien sos y hasta donde llegar y no dejas que te doblen las puntas y te quieran moldear a la forma de nada ni de nadie.
Porque podés ser honesto hasta que duela, pero lo preferís a las blandas mentiras con las que a veces nos gusta convivir.
Porque sabes que tus manos hacen magia en el aire, pero no te abandonas en esa idea y seguís puliendo cada movimiento con la dedicación de quien tiene seguro cual es el camino.
Porque cuando buscas mi protección y mi consuelo, te dejas proteger y consolar, sin reparos, con entrega, hasta que te es suficiente y sin falsedad decís basta.
Porque cuando te miro me digo cada día que valió la pena llegar hasta acá.
Y porque hay tres abrazos que me hacen admirarte, el del día mas triste de mi vida, cuando estaba temblando y a pesar de tu dolor, tan hondo como el mio, vos pudiste envolverme con una calidez que hizo que me sintiera chiquita y protegida y a vos te sentí enorme y protector.
Porque vos me abrazaste ese último día de un enero convertido locamente en invierno en el que estaba triste y había quedado sola, tan afuera del abrazo de los otros y solo me dijiste "ya está, ya pasó" y me llené de paz.
Porque una noche antes, en la charla mas franca que tuvimos jamás, me hiciste ver las cosas de una manera intensa y sacaste de mis ojos la venda de la culpa que llevé tantos años y ese abrazo también me trajo paz y en medio de la pena sentí una ráfaga fresca de aire nuevo y sanador.
Y yo te admiro, no porque seas hermoso por dentro y por fuera, que de hecho lo sos, ni por tu talento y sensibilidad que son tan ciertos como el incondicional amor que siento, sino porque sos hombre, un hombre, además de mi hijo.