lunes, 26 de febrero de 2007

Octubre del 2006

Suelo ser alegre y sutil sin contaminación de realidad, pero cuando se acerca aquello que inevitablemente no pudo desertar de la melancolía, se ciernen sobre la risa las casi ubicuas sombras de la duda.
Se van desvaneciendo los brillos de un amor que apenas se encendió en la madrugada y uno fundó recuerdos que quisiera olvidar.
La contradicción levanta vuelo con alas de buitre y con su revoloteo mezcla las letras y se pasa de andar sin sentido a andar sin destino.
Quisiera que supieras algunas cosas que no sabes de mi, de mis amores y desamores, de mis engaños y desengaños, de las máscaras que suelo usar y de cuando soy capaz de dejarlas caer.
Que creo ferreamente que el amor es un milagro que baja con alas suaves a las que hay que cuidar hasta que se hagan poderosas como las de un águila, pero sereno como debe ser el amor, con la serenidad de la seguridad, con la seguridad de la pasión que nos quita la serenidad y que coincido con García Márquez en que es un empleo sin descanso, el mas duro y el peor pagado, pero apuesto a que vale la pena.
Que quiero seguir creciendo en lugar de sentir que me hago vieja.
Que de a poco me voy deshaciendo de miedos y mandatos, pero como al vida es dinámica, voy adquiriendo nuevos, renovando las cosas, aún los miedos, reconstruyendo, rearmando con los pedazos que queden después de cada batalla, o sumando y adaptando nuevos ingredientes, cosiendo los retazos hasta que un día me de cuenta que la pieza esta completa, con una nueva forma, pero completa y de ahí, solo quede ir bordando y hacia eso voy.
Que algunas cosas me cuestan todavía, pero ya no me paralizan.
Que no puedo ofrecerte mas que esto que soy, que lo único que puedo darte es la seguridad de un vuelo pausado, pero constante, de mi locura clandestina, de mi presencia trasnochada, de la eternidad del abrazo que trasciende lo físico, de la urgencia de la piel que no entiende de tiempos y fronteras, de la irrefutable verdad del miedo que me da quererte tanto y la incondicional compañía de mi alma que, desafiando todos los pronósticos, se entrelazó con la tuya en la inmediatez de la primavera.

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