martes, 26 de agosto de 2008

La trapecista y el bailarín

No es lo mío la prosa, queda demostrado, pero esta historia tiene una historia y por eso la quise contar...Debo confesar que me vi tentada de cortar las sogas, de hacer que las manos resbalaran, pero no me parecio justo, asi nació y asi la cuento, aunque ya no sea mas que un cuento...gracias por soportarla...



Ella no conocía otra forma de vida...otro mundo mas que el de la vieja lona y los mástiles cansados de sostener, de levantarse una y otra vez siempre en un lugar diferente...las redes, los cubos, los viejos carromatos...y el trapecio...esa barra a la que sus manos sabían mas que sus propios ojos, esas sogas que se fundían con sus piernas y sus brazos...el trapecio y el aire acariciándole la cara ...y la mismísima sensación de volar...la firmeza de su cuello, sosteniendo su cabeza siempre en alto...esperando el exacto momento, ni una milésima de segundo antes...ni una después...y las miradas allá abajo, algunas esperando con morbosa inquietud una mínima falla ...otras con la respiración contenida...y la exclamación final...y el aplauso...
Jamás imaginó su vida sin esos componentes, ni pudo concebir la idea de un lugar fijo, su destino era ese...un mapa plagado de rutas sin final...un no volver atrás...
La aventura permanente de no tener nada seguro, mas que los adioses a romances fugaces, y la promesa de un retorno que no sería jamás...
Más allá de eso... la certeza de la imposibilidad del amor...de cualquier "para siempre" que la alejara de su trapecio volante y su vida sin fronteras...Nada que la hiciera aferrarse tanto como para dudar en el momento justo de saltar...
Como todas las noches...frente al espejo estiró su pelo...lo ató prolijamente...pobló sus párpados de purpurina...delineó con dedicación sus labios y los rellenó de un rojo pasión tan profundo como profunda era su pasión por su arte...por su libertad...se enfundó en el estrecho traje que era su segunda piel y salió...

Subió la larga escalera que la llevaba a la plataforma...y por primera vez...sintió algo diferente... al llegar allá arriba, tan alto como siempre...una vibración distinta le recorrió la espalda...como si desde abajo...algo la llamara...la invitara a soltarse...fue solo un instante...
Frotó sus manos con talco...respiró hondo...alzó su cabeza... y saltó...segura...sin red...como todas las noches...
Realizó su acto con la misma precisión de siempre...con la misma entrega...con el mismo orgullo...
Pero algo que no alcanzaba a descifrar estaba ahí...inquietandola...tal vez miedo, pensó...podría ser...no era algo habitual, pero podía ser después de tanto...
La noche transcurrió como otras tantas...y al despertar, mas temprano que de costumbre...revivió la sensación de la noche...y miro a su alrededor, como si alguien observara y solo encontró los brillantes ojos de su gata...y la alzó sonriente, como todas las mañanas, acurrucandola contra su pecho y apoyando su cabeza en la de ella, para escuchar la felina manifestación de placer...
Al salir recibió un sobre que habían dejado en la boleteria para ella... lo abrió y desplegó una pequeña hoja de papel amarillo que decía:


Quiero que me enseñe a bailar...como lo hace con el aire...


Nada mas, ni un nombre...ni una señal


Esa noche...frente al espejo...recordó el papel que, sin saber por qué, había guardado con cuidado...volvió a leerlo y salio...nuevamente a encontrarse con su libertad de volar...
Subió...como siempre, entalcó sus manos y como nunca lo había hecho...miró hacia abajo, buscando entre los ojos expectantes esos que la miraban diferente...no los vio...pero pudo sentir que ahí estaban...
Repitió con exactitud su rutina...saltando segura...pero sintiendo por primera vez, que bailaba con el aire, ...dejándose llevar por la música de esas palabras que desde un papel amarillo, le cantaban suavemente...
Al terminar...casi como llevada por una fuerza desconocida, fue hacia la boletería...y lo encontró...con un sobre en la mano, igual al que había guardado...decidida como en el justo momento de saltar...se acercó a él...y le preguntó cual era su interés en aprender a bailar, y por que ella, que no era bailarina...
El le explicó que buscaba algo diferente, para deslumbrar a una mujer especial...la que sería su compañera para toda la vida...
Ella encontró divertida la idea, pero le dijo que solo podría ser allí, en el circo, luego de acabada la función...en el mágico círculo central...él accedió...y la noche siguiente, la esperó en el mismo lugar...
Para ella ese lugar era su casa, su refugio, el perfecto aliado para sus soledades...cuando la música, las risas y los rumores del público no eran mas que un recuerdo reciente, ella se encontraba con ella misma...a veces cantaba sabiendo que nadie la escuchaba, a veces reía, y otras lloraba, allí...en esa pista que hoy se convertía raramente en salón de baile...
Lo guió hasta el centro, solo una luna mas llena que nunca, iluminaba el circulo atravesando insolente la lona gastada...Con extrema delicadeza, ella llevo la mano derecha de él a su cintura y apoyo su mano izquierda en el hombro de él...apenas tocando su espalda...la mano izquierda de él y la derecha de ella, se unieron suavemente...
Casi como por milagro...a lo lejos, Olaf, el payaso mas viejo, comenzaba a tocar un viejo vals en su violín...
Ella sonrió...no creía en las casualidades...y él sintió al ver su sonrisa, que la pista se iluminaba...
Bailaron largo rato...un-dos-tres, repetía la trapecista a fin de que el incipiente bailarín entendiera el ritmo y pudiera mentalmente seguir esta consigna...un -dos-tres...
-Como primera clase, no esta mal-dijo ella riendo y tratando de deshacerse de la extraña sensacion de intimidad que el abrazo del baile le provocaba ...
-Mañana a la misma hora-dijo él sereno sin dejar de mirarla...
Y así fue...noche tras noche, la luna con sus fases y el violín de Olaf como cómplices de esa aventura
En ese tiempo, ella comenzó a notar imprecisiones en su acto...ya no era una artista del trapecio volante, sino una bailarina en el aire...le atraía mas columpiarse que saltar...y empezó a sentir el temor a desasirse de la barra...y un segundo antes, o uno después, podría significar una fatalidad...
Esa mañana la despertó la extraña sensación de no querer saltar...un mal sueño, pensó...suele pasar...el miedo se apodera de nosotros escondido en la noche y nos hace escapar de lo que tanto amamos.
Desterró de su mente la idea, y decidió que el cansancio provocado por las horas de baile robadas al sueño, la estaban debilitando, por lo tanto, esa misma noche, le diría a su aprendiz, que era la última clase, además...el ya habría aprendido lo suficiente como para deslumbrar a su amada compañera y ella volvería a tener todas sus energías puestas en su única pasión.
Por otra parte, el circo estaba pronto a partir hacia otro destino...con nuevas caras y nuevas respiraciones contenidas mientras ella se suspendía en el aire, como si solo la sostuviera un hilo de plata de la luna...
Distinto que otras veces, en las que la partida le abría las puertas de una nueva aventura...sintió nostalgia y un vacío parecido a la tristeza le atravesó el alma...un sentimiento extraño, por el tiempo transcurrido, ya debería estar aburrida de ese lugar y sus habitantes, como toda su vida había sentido...
Se miró en el espejo y se dijo que eran solo tonterías, terminó de arreglarse y salió a encontrarse con su trapecio, su amor verdadero, al único que le había sido fiel...a esas sogas y a la libertad del aire acariciándola con infinita sensualidad...
Subió y sintió los ojos del ya experto bailarín clavados en su cuerpo...no lo veía, pero sabía que estaba allí...respiró hondo...como siempre, preparándose para saltar...y no pudo...el público no lo notó, pero sus compañeros quedaron sorprendidos, de la plataforma auxiliar, lanzaron nuevamente el trapecio, que volvió a columpiarse vacío y la gente allá abajo empezando a impacientarse...
Finalmente, saltó...con la precisión que da el oficio a pesar de todo...pero en su alma un miedo desconocido se había instalado...el miedo a caer...a no volar, como si faltara una mano que la acompañara en su vuelo...
Cuando bajó, sus compañeros la llenaron de preguntas y ella los llenó de excusas...y los tranquilizó diciendo que era el cansancio y el aburrimiento, que el lugar ya estaba seco de emoción y como la conocían bien...rieron y se alejaron murmurando...es la misma de siempre...
Fue a cambiarse para acudir a la última cita con su bailarín...limpió todo el maquillaje de su cara, deshizo el rodete de su pelo que cayó en todo su largo sobre la espalda...
Al salir...allí estaba él, como todas las noches, solo que con un ramo de flores silvestres en la mano, anunciando, pensó ella, la despedida...
Había repasado mentalmente una y otra vez el discurso sobre la última clase, la destreza adquirida, la próxima partida del circo y estas fallas que el cansancio le hacían cometer...le agradeció las flores, y llegaron al centro de la pista.
El no dijo una palabra...la tomó con firmeza por la cintura y apretó su mano como nunca...el violín comenzó a sonar puntual como siempre...pero con una nueva melodía...mas profunda...mas sentida...
Ella sintió que todo su ser se estremecía y que la firmeza de aquellas manos era similar a la seguridad que le daba su trapecio...no pudo decir nada... lo miró a los ojos, unos ojos como nunca había visto, con una profundidad que invitaba a soñar...
El sin dejar de mirarla le dijo suavemente: No había tal mujer que me esperara, sentí el amor la primera vez que la vi bailar con el aire...y quise aprender para así poder invitarla a bailar para siempre, a volar para siempre...sin fronteras...sin adioses...sin condicionamientos...
Ella sintió en ese instante que su vida de eternas despedidas había terminado, que el deseo de escapar había desaparecido, que el sería su trapecio y ella sería su vals...que serían para siempre la libertad de uno en el otro...











8 comentarios:

Anónimo dijo...

Hola:

Me pareció una muy interesante historia, como un 'camino del héreo' bastante particular.

Nada más, sigue escribiendo

Saludos

manu dijo...

antes que nada, muy bien narrado. linda la historia.

me gustó mucho la particularidad de los personajes, osea no a cualquiera se le ocurre una protagonista trapecista.

me gustaron las sensaciones que sentía la chica en el aire, me gustaron porque uno las podía percibir al leerlo.

me gustó tu vuelo.

saludos!

Mar y Sol(a veces tenue y otras no) dijo...

Esta historia como todo en la vida es una prueba más de que todo cambia. Lo único constante es eso el cambio...en todos los ámbitos.
Un abrazo.

dijo...

Amiga,
la historia me pareción ALUCINANTE, aveces nos aferramos tanto a nuestras rutinas, a nustros pasos seguros, a nuestro "saber", nos aferramos a una rutina, a un trapecio sin alma y sin corazón.
Hacemos y decimos por inercia, vivimos por la misma razón.
Y de pronto...
todo cambia,
y ya no hay despedidas, y todo se vuelve amor, el más bello.
Y las rutinas terminan, y los pasos ya son distintos, y la vida cambia.
Ojalá mi vida se viera sacudida por una historia tan hermosa.
Te quiero,
te admiro,

Cecis ... funámbula dijo...

Dragón de Azúcar: Gracias!! Alentador tu comentario...un abrazo!!

Manu: Mil gracias...que hayas percibido la sensacion al leerlo, es gratificante para quien escribe...de eso se trata...
Un abrazo calido!

Mar y Sol...: Asi es...la vida es dinámica..a veces...no parece, pero siempre está ahi el movimiento...
Un beso!

Ro: Que decirte? Gracias tambien!! Un beso asi de enormisimo!!

Andreico dijo...

Qué buen texto, che. Me encató su página.
Saludos
Andrés

K@ri.- dijo...

que bello... como siempre CCi...
un abrazo fuerte!
y muy linda la nueva imagen del blog... me gusto! es muy calida
besos
k@ri.-

hoy dijo...

Chapó, me encantó un cuento que ocurre en la realidad amar la libertad hasta que un dí de modo inexplicable empiezas a amar la libertad de compartir con ésa persona....
saludos