Esto debería haber sido posteado el 20 de Julio....por varias razones...llega con atraso....pero lo quería decir igual....para algunos ya lo dije una vez...hoy lo repito...
A los de siempre y a los de hace un rato.
A aquellos de pase lo que pase.
A los que la vida me devolvió despues de años, a los que la vida me trajo después de siglos, a los que vinieron disfrazados y traspasan las barreras de los títulos.
A los que desbaratan las estructuraras
A los que me bancan y a los que permiten que los banque, a los que me demandan y a los que no, a los que me aceptan y a los que no tanto.
A aquellos que me enseñaron y de quienes aprendí y a los que tratan de enseñarme y todavía no lo consiguen.
A los que saben de mi permanente lucha entre la coherencia y la locura, entre la razón y la pasión.
A los que no llamo nunca. A los que veo poco.
A los de la infancia, la adolescencia y la madurez....
A los de la música y el teatro.
A los de las letras.
A los que son tan diferentes y a los que se me parecen mucho.
A los constates y a los no tanto.
A los que no llamo para el cumpleaños ( pero los quiero igual) y escriben una maravilla con una frase suelta que se me ocurrió decir.
A los casuales y a los causales.
A los que están lejos.
A los que pasaron solo un instante.
A los que me me emparcharon el alma cuando lo necesité ... y lo seguirán haciendo...
A los que me entienden y a los que jamas lo harán, pero a pesar de todo permanecen.
A los del infaltable mate y tantas madrugadas.
A los que se pintan para mi.
A los de la magia.
A los que me ayudaron a ayudar en la partida.
A los que ríen conmigo.
A los que lloran conmigo.
Y a los que en silencio, casi imperceptiblemente me acompañan día a día.
Y a vos, donde quiera que estés, porque me enseñaste lo natural que es tener un amigo toda la vida.
Cada uno sabrá que parte le corresponde de esta larga y seguramente deficiente lista, porque sin cada uno de ustedes mi vida estaría incompleta.
Los quiero entrañablemente, aunque a veces no lo demuestre.
Y se podria decir de mil maneras....amigo, gomía, friend, ami, amicus, wintata, rejsisga, weñui...pero para mi, todo quiere decir lo mismo: Gracias!!!
viernes, 27 de julio de 2007
lunes, 23 de julio de 2007
Meme.....Si fuera.........
Lord Azazel, gentilmente me invitó a participar de este nuevo meme.....con retardo, lo complete.....es mas o menos así....
Si fuera un mes: Noviembre
Si fuera un día de la semana: Viernes.
Si fuera un planeta: Venus.
Si fuera una hora del día: cualquiera de la noche
Si fuera una bebida: Buen vino blanco dulzón.
Si fuera un instrumento musical: Violoncelo.
Si fuera una fruta: Palta. (es fruta??)
Si fuera un sabor: Dulce.
Si fuera un postre: Helado.
Si fuera una comida: Zapallitos rellenos
Si fuera una parte del cuerpo: Manos.
Si fuera un CD: Principio de incertidumbre
Si fuera una canción: I Wish you were here / Someplace else
Si fuera una asignatura: Pendiente....seguro!!
Si fuera un deporte: ehhhh.....y.....fulbot!
Si fuera un número: 24.
Si fuera una edad: 32.
Si fuera un color: Violeta.
Si fuera una ciudad: Cualquiera que tuviera río.
Si fuera un invento: El mate (Si, Lord...se puede!!)
Si fuera una película: Amelie (habia alguna duda???)
Si fuera un actor/actriz: uff!! Nini Marshal, Audry Tattou (si, la de Amelie...seguia habiendo dudas??) Sean Penn....que se yo, miles!!!
Si fuera una carrera profesional: Antropología.
Si fuera un país: Argentina...pero sin algunos argentinos...(perdón)
Si fuera un sentimiento: Emoción.
Si fuera una virtud: Humildad
Si fuera un defecto: Humildad (cada cosa en su lugar)
Si fuera un personaje histórico: Manuel Belgrano
Si fuera un artista/banda musical: Ismael Serrano
Si fuera una obra de arte: Una hecha por mi
Si fuera un libro: Inventario (Mario Benedetti)
Si fuera un mes: Noviembre
Si fuera un día de la semana: Viernes.
Si fuera un planeta: Venus.
Si fuera una hora del día: cualquiera de la noche
Si fuera una bebida: Buen vino blanco dulzón.
Si fuera un instrumento musical: Violoncelo.
Si fuera una fruta: Palta. (es fruta??)
Si fuera un sabor: Dulce.
Si fuera un postre: Helado.
Si fuera una comida: Zapallitos rellenos
Si fuera una parte del cuerpo: Manos.
Si fuera un CD: Principio de incertidumbre
Si fuera una canción: I Wish you were here / Someplace else
Si fuera una asignatura: Pendiente....seguro!!
Si fuera un deporte: ehhhh.....y.....fulbot!
Si fuera un número: 24.
Si fuera una edad: 32.
Si fuera un color: Violeta.
Si fuera una ciudad: Cualquiera que tuviera río.
Si fuera un invento: El mate (Si, Lord...se puede!!)
Si fuera una película: Amelie (habia alguna duda???)
Si fuera un actor/actriz: uff!! Nini Marshal, Audry Tattou (si, la de Amelie...seguia habiendo dudas??) Sean Penn....que se yo, miles!!!
Si fuera una carrera profesional: Antropología.
Si fuera un país: Argentina...pero sin algunos argentinos...(perdón)
Si fuera un sentimiento: Emoción.
Si fuera una virtud: Humildad
Si fuera un defecto: Humildad (cada cosa en su lugar)
Si fuera un personaje histórico: Manuel Belgrano
Si fuera un artista/banda musical: Ismael Serrano
Si fuera una obra de arte: Una hecha por mi
Si fuera un libro: Inventario (Mario Benedetti)
Un agradeciemiento personal
Hay ángeles que se nos presentan con nuevas personalidades, que nos llevan por las rutas de la vida y que nos traen sonrisas recién hechas.
Temiendo ser injusta quiero traer a estas paginas a dos de los mas nuevos.
Ese que vino con su barba reciente y me dio el abrazo prometido después de tantas letras, el que una tarde primero y una noche después, sin barba ya esta ultima, me llevo en su nube blanca, nube de ángel, lógicamente, por la ruta llena de música, con Ogros y Brujas enredándose en historias de amor, con Corazones de Barco que tienen dos mitades, y con la mas profunda ternura. El que sin palabras se detuvo en medio de la noche para regalarme con su infinita generosidad un cielo tan lleno de estrellas como pocas veces vi.
El otro, otra en realidad, la que me espero amorosamente una y otra vez en la parada del 107 rojo...con los ojos mas lindos que se cruzaron en mi vida, con toda la frescura que solo un ángel tiene. Que me abrió las puertas de su mundo de amor, y me presto el abrazo de su familia de ángeles, el cálido abrazo que me hizo sentir un poco parte de ellos...con ganas de quedarme, con ganas de estar cerca....
Gracias, gracias, gracias....tal vez no alcance, tal vez no se entienda, seguramente sea poco lo que digo comparado con lo que siento, me hacen feliz
Gracias con G de Gaby
Feliz con F de Flor.
Temiendo ser injusta quiero traer a estas paginas a dos de los mas nuevos.
Ese que vino con su barba reciente y me dio el abrazo prometido después de tantas letras, el que una tarde primero y una noche después, sin barba ya esta ultima, me llevo en su nube blanca, nube de ángel, lógicamente, por la ruta llena de música, con Ogros y Brujas enredándose en historias de amor, con Corazones de Barco que tienen dos mitades, y con la mas profunda ternura. El que sin palabras se detuvo en medio de la noche para regalarme con su infinita generosidad un cielo tan lleno de estrellas como pocas veces vi.
El otro, otra en realidad, la que me espero amorosamente una y otra vez en la parada del 107 rojo...con los ojos mas lindos que se cruzaron en mi vida, con toda la frescura que solo un ángel tiene. Que me abrió las puertas de su mundo de amor, y me presto el abrazo de su familia de ángeles, el cálido abrazo que me hizo sentir un poco parte de ellos...con ganas de quedarme, con ganas de estar cerca....
Gracias, gracias, gracias....tal vez no alcance, tal vez no se entienda, seguramente sea poco lo que digo comparado con lo que siento, me hacen feliz
Gracias con G de Gaby
Feliz con F de Flor.
jueves, 12 de julio de 2007
De otros mundos XIV
Hoy Víctor Manuel Pérez Mestre
Suelo traer cosas de otros que me gustan, me conmueven y quiero compartir. En general, son autores de dominio público.
Hoy, les acerco esto, que no solo tiene un valor literario enorme, sino que además, tiene para mi un valor emocional que me es difícil transmitir.
Una vez repuesta de las lágrimas provocadas por la lectura de lo que a continuación transcribo, pensé en compartir esto también, porque vale la pena, porque es tan parte de mi.... y tengo la dicha inmensa de que su autor haya tomado mis palabras y esta parcelita de mi vida y las haya hecho maravilla.
Gracias Víctor
El viaje al viaje.
A Cecilia y Juan José.
A Jorge y Lala.
Cada uno de los cuatro sabe con certeza cuáles son sus merecimientos.
(Y dos de ellos con la clarividencia de quienes están de vuelta, definitivamente).
A Cecilia y Juan José.
A Jorge y Lala.
Cada uno de los cuatro sabe con certeza cuáles son sus merecimientos.
(Y dos de ellos con la clarividencia de quienes están de vuelta, definitivamente).
[Una “mamuschka”, “matrioshka”, “matruschka” o como demonios quiera que se diga. Manrique y las “Coplas...”. El “Homo Viator”... Nostalgias del mar natal, algo análogo a mi propia historia... Ya tengo con qué empezar.]
Una vida entera. ¿Será posible que haya sido así? A la vejez, ya desesperado de tanto esperar... Bueno, peor hubiese sido nunca. Lo que no entiendo es por qué Alicia ni siquiera me mira. ¿No lo entiendo o no me acuerdo? La verdad es que ni tengo registros en mi memoria de cómo y cuándo me senté a su lado en el coche. Seguramente el médico diría que es por el Alzheimer, como tantos otros vacíos en mi diario interior, pero son sólo estupideces. Los viejos nos cansamos y nos dormimos en cualquier parte, eso es todo. Nunca he tenido nada grave que reprocharme, y cuando eso sucede, uno duerme bien y profundo.
[Bien. El Alzheimer me justifica las lagunas. Van por la Ruta 2: es la que mejor conozco. Niebla, polvo o ceniza.]
Sí tengo presente que cargamos combustible antes de salir de Buenos Aires, hace ya algún rato. Habitualmente en estos casos solía invitarme a bajar del automóvil con ella, pero visto que hoy no lo hizo, opté por quedarme remoloneando en el asiento. ¡Quién sabe! Habrá pensado que sería una molestia, por lo que me cuesta levantarme. Tampoco es para tanto: todavía no estoy tullido ni mucho menos. Pero bueno, así es mi nieta. Salimos. Jujuy, San Juan, subida en Solís, autopista... y en ruta. Me gustaría saber qué hora será. No sé si sea por el color ahumado de los vidrios, pero aquí parecería que el aire es gris, coloreado y densificado por una especie de polvillo sutil, unas escamitas cenicientas que flotan a mi alrededor, como cuando uno ve esas motas suspendidas en el rayo crepuscular que se filtra entre los listones de las persianas. Tengo la certeza de que el tiempo estará corriendo a nuestro alrededor como el viento, y del mismo modo en que el asfalto lo hace por debajo nuestro, pero no tengo ni la menor idea de en qué momento del día estamos. Y entre que tanto y tanto, sumamos kilómetros, cortamos localidades que se anuncian en sus carteles: Quilmes, Florencio Varela, La Plata...
[Ahora, a introducir el destino, el motivo, la historia y el primer paralelo, con Serrat...]
... Chascomús. Buenos Aires se aleja y Mar del Plata se acerca. Viajar así es un gusto: la ruta es casi para nosotros solos: esporádicamente aparece sólo algún que otro camión o micro al que nos acercamos y que se termina por perder detrás nuestro; y de marco general nos arrulla el zumbido casi inaudible de la discreta eficiencia del dúo que entonan el motor y el aire acondicionado. Alicia sigue seria, concentrada en el derrotero que estamos cubriendo. Continúa sin despegar los labios. Pone música, y Serrat nos canta que nació en el Mediterráneo. Yo también, pero no en Cataluña, sino en Tánger. Pero si hubiera sido poeta, no hubiera podido ponerlo en coplas: no conocí de él otra cosa que las fotos y narraciones familiares, ya que mi familia llegó a las riberas platenses cargándome sus brazos laboriosos y desesperados de inmigrantes...
[A profundizar el paralelo musical, creo que ayuda.]
... Sigue cantando ahora “Mis gaviotas”. Y, algo de ellas debo haber tenido yo también, sólo que resulté moroso para terminar el ciclo de las migraciones. Me fui -o más bien, me llevaron-, y nunca volví al mar hasta ahora... ¿“Pueblo Blanco”? Sí. Yo también, en mi sueño de exiliado del horizonte líquido y bravío, creo que me olvidé de llorar por extrañarlo y de rezar para pedir volver a él. Una vida entera de trabajos y afanes, de afectos y dolores, de alegrías y sorpresas, pero siempre desterrado de cualquier paisaje que se parezca al que fue el mío natal. Mientras fui parte de la “población económicamente activa”, nunca tuve tiempo para tomarme vacaciones. Y luego, acogido al “maleficio” de la jubilación argentina, jamás dispuse del dinero imprescindible para esa clase de lujos. Alicia debe haber intuido este deseo que nunca le dije a nadie y que está tan bien guardado, o este viaje será simplemente una feliz casualidad fruto de su cariñosa iniciativa. Y en el medio de la neblina del polvillo gris, ha pasado Castelli y ya vamos entrando a Dolores.
[Pausa: casi todos la hacemos allí; nueva omisión.]
Otra vez se ha bajado y no me ha dicho nada. Han reabastecido el combustible, aunque por lo poco que ha durado la carga no parece haber sido imprescindible hacerlo. Probablemente habrá sido el pretexto para estirar un poco las piernas. Lo que son las mías, no me han molestado en lo absoluto. Será a causa de la expectativa por llegar, de que no soy yo quien sobrelleva la tensión del manejo, o no sé de qué.
[Tensión de la nieta, misión y segundo paralelo de destinos. Cecilia y Tomás.]
Ha subido y salimos. Y si de tensiones se trata, hay que ver la cara de esta chica. Está recién salida de su adolescencia, pero de pronto parece haber madurado de golpe. Es como si algo tremendamente importante hubiera caído sobre sus hombros, y tratase de honrar lo mejor posible esa misión que ignoro. Nunca le han sido fáciles las cosas, pero hasta hoy jamás le había visto esa expresión reconcentrada desde que tuve que hacerme cargo de su crianza, cuando mi hija Cecilia y su marido Tomás se despeñaron en la vieja ruta de las Altas Cumbres y yo pasé a ser su único pariente vivo. Sólo los conoció por fotos. Al final de cuentas, lo mío no fue tan grave. Fui condenado al ostracismo de mi tierra y del mar, y ambos podrían ser algún día reversibles, pero ella lo fue al de sus padres, y eso, en esta vida, no tiene remedio.
[Redondeando, que se me acaba el espacio disponible.]
Maipú quedó atrás, como tantos otros sitios de los que me acabo de enterar de su existencia. Y Camet, cuando entramos. No sé dónde esté el mar: desde entonces estamos cruzando la ciudad por adentro. Me hubiera gustado verlo al llegar: descubrirlo de frente al parabrisas, aún por detrás de esta niebla cenicienta que nos persigue desde Buenos Aires, como el espectáculo que se comienza a desplegar al abrirse el telón de un escenario, pero ella debe tener otros planes. Es posible que primero quiera dejar todo en el hotel, para luego llevarme despacio, caminando, para disfrutarlo como si se lo paladease. “Complejo Punta Mogotes”... No, no era eso que suponía. ¡Qué raro es que se meta con el auto en la arena por entre los árboles, siendo como siempre es, tan cuidadosa con él! Bueno, por fin se detiene. Toma un sobre del asiento trasero... “Escriban ía...” ¡Pero...!
-“... y si en vida no hubiera podido volver al mar, quisiera hacerlo aún después de muerto, por lo menos, aunque seguro que esto será imposible...”. ¡Aquí estamos, Abuelo!
-¿Cómo y por qué habrán cometido la infidencia y el delito de darte mi testamento? Gracias, chiquita, no era la idea haberte molestado así, eran sólo las tonterías de un viejo... ¡Dame un abrazo! ¿Qué pasa...? ¡Tus manos no intentan rodearme, me atraviesan hacia abajo en el asiento! ¿Y qué es esa caja que tomás de debajo de mí?
Creo que comprendo todo, finalmente. Ella abre la puerta y baja. Yo s ólo hago lo último. Avanzamos a paso firme. Ante nosotros se abre el arco de una playa casi desierta, y por delante de ella, el abanico ilimitado, por fin, del mar, que sólo compartimos con una pareja que se acerca caminando hacia nosotros despacio, descalza y tomada de las manos. El aparato musical sigue encendido, y Serrat canta con Machado ahora el final de “Retrato”: “... y est é al partir la nave / que nunca ha de tornar...”
-Tu mar, Abuelito. ¡Dios te bendiga, gracias por todo y hasta siempre!
Besa la caja y la abre. Las cenizas vuelan, se arremolinan y descansan finalmente sobre las olas que vienen a reposar a la costa, entremezclándose por arriba y por abajo con las gaviotas, que parecen un torbellino de papelitos blancos en cámara lenta. Y por fin la neblina polvorienta que me ha rodeado todo el trayecto deja su lugar al esplendor radiante de la luz del sol, que nos llena a todos de una cálida paz. Alicia queda en silencio por un minuto, tal vez rezando, y su pelo dorado que juega con el viento la hace parecer mi Ángel de la Guarda. Sube al coche, lo enciende, pone primera y se va relajada, con el deber amorosamente cumplido, mientras que Cecilia y Tomás, descalzos como yo, me dan su abrazo de bienvenida.
[Punto final, sobre el filo. Y ahora, lugar y fecha.]
Una vida entera. ¿Será posible que haya sido así? A la vejez, ya desesperado de tanto esperar... Bueno, peor hubiese sido nunca. Lo que no entiendo es por qué Alicia ni siquiera me mira. ¿No lo entiendo o no me acuerdo? La verdad es que ni tengo registros en mi memoria de cómo y cuándo me senté a su lado en el coche. Seguramente el médico diría que es por el Alzheimer, como tantos otros vacíos en mi diario interior, pero son sólo estupideces. Los viejos nos cansamos y nos dormimos en cualquier parte, eso es todo. Nunca he tenido nada grave que reprocharme, y cuando eso sucede, uno duerme bien y profundo.
[Bien. El Alzheimer me justifica las lagunas. Van por la Ruta 2: es la que mejor conozco. Niebla, polvo o ceniza.]
Sí tengo presente que cargamos combustible antes de salir de Buenos Aires, hace ya algún rato. Habitualmente en estos casos solía invitarme a bajar del automóvil con ella, pero visto que hoy no lo hizo, opté por quedarme remoloneando en el asiento. ¡Quién sabe! Habrá pensado que sería una molestia, por lo que me cuesta levantarme. Tampoco es para tanto: todavía no estoy tullido ni mucho menos. Pero bueno, así es mi nieta. Salimos. Jujuy, San Juan, subida en Solís, autopista... y en ruta. Me gustaría saber qué hora será. No sé si sea por el color ahumado de los vidrios, pero aquí parecería que el aire es gris, coloreado y densificado por una especie de polvillo sutil, unas escamitas cenicientas que flotan a mi alrededor, como cuando uno ve esas motas suspendidas en el rayo crepuscular que se filtra entre los listones de las persianas. Tengo la certeza de que el tiempo estará corriendo a nuestro alrededor como el viento, y del mismo modo en que el asfalto lo hace por debajo nuestro, pero no tengo ni la menor idea de en qué momento del día estamos. Y entre que tanto y tanto, sumamos kilómetros, cortamos localidades que se anuncian en sus carteles: Quilmes, Florencio Varela, La Plata...
[Ahora, a introducir el destino, el motivo, la historia y el primer paralelo, con Serrat...]
... Chascomús. Buenos Aires se aleja y Mar del Plata se acerca. Viajar así es un gusto: la ruta es casi para nosotros solos: esporádicamente aparece sólo algún que otro camión o micro al que nos acercamos y que se termina por perder detrás nuestro; y de marco general nos arrulla el zumbido casi inaudible de la discreta eficiencia del dúo que entonan el motor y el aire acondicionado. Alicia sigue seria, concentrada en el derrotero que estamos cubriendo. Continúa sin despegar los labios. Pone música, y Serrat nos canta que nació en el Mediterráneo. Yo también, pero no en Cataluña, sino en Tánger. Pero si hubiera sido poeta, no hubiera podido ponerlo en coplas: no conocí de él otra cosa que las fotos y narraciones familiares, ya que mi familia llegó a las riberas platenses cargándome sus brazos laboriosos y desesperados de inmigrantes...
[A profundizar el paralelo musical, creo que ayuda.]
... Sigue cantando ahora “Mis gaviotas”. Y, algo de ellas debo haber tenido yo también, sólo que resulté moroso para terminar el ciclo de las migraciones. Me fui -o más bien, me llevaron-, y nunca volví al mar hasta ahora... ¿“Pueblo Blanco”? Sí. Yo también, en mi sueño de exiliado del horizonte líquido y bravío, creo que me olvidé de llorar por extrañarlo y de rezar para pedir volver a él. Una vida entera de trabajos y afanes, de afectos y dolores, de alegrías y sorpresas, pero siempre desterrado de cualquier paisaje que se parezca al que fue el mío natal. Mientras fui parte de la “población económicamente activa”, nunca tuve tiempo para tomarme vacaciones. Y luego, acogido al “maleficio” de la jubilación argentina, jamás dispuse del dinero imprescindible para esa clase de lujos. Alicia debe haber intuido este deseo que nunca le dije a nadie y que está tan bien guardado, o este viaje será simplemente una feliz casualidad fruto de su cariñosa iniciativa. Y en el medio de la neblina del polvillo gris, ha pasado Castelli y ya vamos entrando a Dolores.
[Pausa: casi todos la hacemos allí; nueva omisión.]
Otra vez se ha bajado y no me ha dicho nada. Han reabastecido el combustible, aunque por lo poco que ha durado la carga no parece haber sido imprescindible hacerlo. Probablemente habrá sido el pretexto para estirar un poco las piernas. Lo que son las mías, no me han molestado en lo absoluto. Será a causa de la expectativa por llegar, de que no soy yo quien sobrelleva la tensión del manejo, o no sé de qué.
[Tensión de la nieta, misión y segundo paralelo de destinos. Cecilia y Tomás.]
Ha subido y salimos. Y si de tensiones se trata, hay que ver la cara de esta chica. Está recién salida de su adolescencia, pero de pronto parece haber madurado de golpe. Es como si algo tremendamente importante hubiera caído sobre sus hombros, y tratase de honrar lo mejor posible esa misión que ignoro. Nunca le han sido fáciles las cosas, pero hasta hoy jamás le había visto esa expresión reconcentrada desde que tuve que hacerme cargo de su crianza, cuando mi hija Cecilia y su marido Tomás se despeñaron en la vieja ruta de las Altas Cumbres y yo pasé a ser su único pariente vivo. Sólo los conoció por fotos. Al final de cuentas, lo mío no fue tan grave. Fui condenado al ostracismo de mi tierra y del mar, y ambos podrían ser algún día reversibles, pero ella lo fue al de sus padres, y eso, en esta vida, no tiene remedio.
[Redondeando, que se me acaba el espacio disponible.]
Maipú quedó atrás, como tantos otros sitios de los que me acabo de enterar de su existencia. Y Camet, cuando entramos. No sé dónde esté el mar: desde entonces estamos cruzando la ciudad por adentro. Me hubiera gustado verlo al llegar: descubrirlo de frente al parabrisas, aún por detrás de esta niebla cenicienta que nos persigue desde Buenos Aires, como el espectáculo que se comienza a desplegar al abrirse el telón de un escenario, pero ella debe tener otros planes. Es posible que primero quiera dejar todo en el hotel, para luego llevarme despacio, caminando, para disfrutarlo como si se lo paladease. “Complejo Punta Mogotes”... No, no era eso que suponía. ¡Qué raro es que se meta con el auto en la arena por entre los árboles, siendo como siempre es, tan cuidadosa con él! Bueno, por fin se detiene. Toma un sobre del asiento trasero... “Escriban ía...” ¡Pero...!
-“... y si en vida no hubiera podido volver al mar, quisiera hacerlo aún después de muerto, por lo menos, aunque seguro que esto será imposible...”. ¡Aquí estamos, Abuelo!
-¿Cómo y por qué habrán cometido la infidencia y el delito de darte mi testamento? Gracias, chiquita, no era la idea haberte molestado así, eran sólo las tonterías de un viejo... ¡Dame un abrazo! ¿Qué pasa...? ¡Tus manos no intentan rodearme, me atraviesan hacia abajo en el asiento! ¿Y qué es esa caja que tomás de debajo de mí?
Creo que comprendo todo, finalmente. Ella abre la puerta y baja. Yo s ólo hago lo último. Avanzamos a paso firme. Ante nosotros se abre el arco de una playa casi desierta, y por delante de ella, el abanico ilimitado, por fin, del mar, que sólo compartimos con una pareja que se acerca caminando hacia nosotros despacio, descalza y tomada de las manos. El aparato musical sigue encendido, y Serrat canta con Machado ahora el final de “Retrato”: “... y est é al partir la nave / que nunca ha de tornar...”
-Tu mar, Abuelito. ¡Dios te bendiga, gracias por todo y hasta siempre!
Besa la caja y la abre. Las cenizas vuelan, se arremolinan y descansan finalmente sobre las olas que vienen a reposar a la costa, entremezclándose por arriba y por abajo con las gaviotas, que parecen un torbellino de papelitos blancos en cámara lenta. Y por fin la neblina polvorienta que me ha rodeado todo el trayecto deja su lugar al esplendor radiante de la luz del sol, que nos llena a todos de una cálida paz. Alicia queda en silencio por un minuto, tal vez rezando, y su pelo dorado que juega con el viento la hace parecer mi Ángel de la Guarda. Sube al coche, lo enciende, pone primera y se va relajada, con el deber amorosamente cumplido, mientras que Cecilia y Tomás, descalzos como yo, me dan su abrazo de bienvenida.
[Punto final, sobre el filo. Y ahora, lugar y fecha.]
Víctor Manuel PEREZ MESTRE.
Buenos Aires, 25 de Marzo de 2007.
Buenos Aires, 25 de Marzo de 2007.
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